La Balanza de la Vida (I)
Es el nombre del ritual de renovación que llevan a cabo los dioses en su visita a Qíahn. Tiene lugar cada cincuenta años y no hay acontecimiento más importante.
Días uno y dos
Las cinco deidades, el dios Fuego, el dios Aire, la diosa Tierra, la diosa Agua y el dios/a Espíritu, se manifiestan físicamente y pasan tres días en el interior del Orbe. Dedican las dos primeras jornadas a los máximos mandatarios de Cara y Cruz, así como todos los nobles y personajes, relevantes o no, que se ganaron el beneplácito de alguna deidad para entrar en el Orbe. Escuchan con paciencia sus buenas obras, sus responsabilidades cumplidas, sus relatos de grandeza, intentando dirimir cuál de los mundos se comportó mejor. Y anotan todo en sus mentes, pues los detalles resultarán decisivos más adelante.
Día tres
El tercer día es el momento álgido de su visita. Hacen su entrada los cazaexhalantes que trasportaron un exhalante al Orbe, vivo o muerto, durante el medio siglo anterior. La ceremonia prosigue con la cuenta de los Exhalantes: a un lado, los de Cara; en el otro, los de Cruz. El mundo que ha actuado mejor según el criterio de los dioses parte con ventaja, pero aquel que haya aportado más individuos tendrá muchas posibilidades de ser el próximo en habitar la mitad iluminada por el sol. El otro, el mundo perdedor, sufrirá la maldición de estar en la mitad oscura.
Si vencen los habitantes de Cara no ocurre nada en especial. Los dioses se despiden hasta la próxima Balanza de la Vida, los Exhalantes son curados y todos los invitados regresan a sus hogares. Pero si Cruz resulta victoriosa se desata el mayor cataclismo concebible: Qíahn, la moneda, da la vuelta.
Bienvenido a Qíahn, viajero: escoge lado, elige vida