La Balanza de la Vida (II)

La Balanza de la Vida (II)

La muerte
El giro es literal. Todo ocurre en minutos. El centro, el Orbe, es el único lugar seguro. Fuera de él, los seres vivos padecen la agonía de la extinción. Los océanos barren la tierra firme en un maremoto sin fin. Las placas tectónicas chocan entre sí desencadenando temblores. Los volcanes estallan liberando magma y provocando nubes de ceniza. Los vientos del Canto, siempre feroces, rompen sus fronteras en forma de huracanes y torbellinos.

Las posibilidades de supervivencia son escasas. Quizás un Agujero de Gusano donde guarecerse, una esfera mágica protectora, un refugio en Canto, un golpe de suerte, poco más. Con la muerte de incontables personas desaparecen sus historias, su linaje, su saber, su arte, y su recuerdo.

La vida
Todo vuelve a empezar. Los dioses utilizan sus destrezas para calmar los elementos. Conforman una nueva Cara y una nueva Cruz, no necesariamente iguales a las anteriores. Crean ciudades y pueblos, puertos y casas, todo para que los supervivientes no empiecen de cero. Ellos heredan una nueva tierra, una nueva vida, el peso sobre sus almas de haber visto perecer un mundo y la obligación de callarlo para siempre.

Tal es la voluntad de los dioses. Y Qíahn, su creación.

Bienvenido a Qíahn, viajero: escoge lado, elige vida