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Relatos de Qíahn: Qíahn Tactics (XVII)

Relatos de Qíahn: Qíahn Tactics (XVII)

Capítulo III, entrega 17

Un tañido disonante de címbalos advierte de las intenciones de otro rapsoda, uno de romances alegóricos. Se presenta con la cabeza rapada, ojeras y hombreras y muchísimos bolsillos con versos y botones bordados en su casaca de vate. Se sitúa en medio del estrado, entorna los párpados y se dispone a dramatizar una composición sintética, que no comienza hasta que el silencio es sepulcral.

Durante la intervención va despertando una voz desgarrada en pálpitos sonoros, que retumban en los oídos de la audiencia.

¡Un mar de coral!, ¡las estrellas y su esplendor!
¡Qué paradoja, la evolución! Lo que nos queda y,
no sé, parece que esté por acontecer: porvenir.
Es tiempo de recrear, de volver a descubrir cosas
que carecen de nombre y que, ahora mismo,
para referirlas debemos señalar con el pulgar.
Otro comienzo sin resignación, sinergia evolutiva
casual para la dignidad de este erial radiactivo,
que es nuestro hogar… ¡Apostamos por el planeta
ávido de savia ubérrima de las rosas y pimpinelas!

Enmudece el rapsoda con los brazos pegados al cuerpo, los párpados entornados y un sentido del ridículo admirable. Quien más, quien menos, mueve la cabeza. El interludio poético finaliza cuando una música acústica, y los coloquios, suben un par de escalas.

Incorporándose de la silla, el minero libre se aferra con su mano izquierda al antebrazo derecho del rastreador divago y, en plan afectuoso, mientras asciende al firmamento de La Caverna el arco y la cuerda grave de un recontrabajo, le aprieta con sus dedos como si fueran amigos.

— Nos vemos. Aún debo pasarme por el gran bazar para ver a Davinç, finiquitar un asuntillo con los comerciantes de nubes y, cómo no, echarme un rato antes de abandonar Ínsula Dos.

Apura la pinta, el tiempo. Se despide.

— Celebro tu curiosidad. Cuídate del Sol, y si decides probar suerte y logras adentrarte en ese mundo tan distinto, acuérdate de mí cuando escuches este saludo: “¡Bienvenido a Qíahn, viajero: escoge lado, elige vida!

El joven sonríe. El hombre da un leve paso hacia atrás, se estira y mira, de reojo, el perchero de la mesa. ¿Y el casco ocre?

Gira la cabeza a la derecha, a la izquierda, y ve que el casco se mueve por el pabellón, al trote, y que debajo está Xuan. El sobrino de Almah corretea balanceando con una mano su lámpara de cucas campanilla y, en la otra, la caja del juego ahntics. Esboza una sonrisa de oreja a oreja porque viene del mercado con una ficha nueva, la figura medieval de una bestia de espanto.

El minero le hace una señal al renacuajo para que acuda al servicio higienista, al tiempo que él se encamina al mostrador.

Continuará